Robaría los dulces de Santa para llevárselo a cleopatra con tal,
de ver una sonrisa pintada en su mirar.
Tan silenciosa que su voz no se escucha, solo percatarías que estuvo
por los residuos de sus pétalos dejan sello de presencia.
Ayy si mmm...
Jumm!
Jumm!
Delicada, porque se desahoga mediante escondidas lágrimas
cristalinas que recogen su piel, llevándose su angustia y algo más.
Frágil, como un Diamante que de tan solo mirarla capaz y se flaquea,
pero, no se destroza porque es fuerte, y no se devalúa porque
la elegancia es lo último que se pierde, aún cuando está sudando.
De las adversidades renace como un ave fénix con más brillo que nunca,
resplandece la luz de sus ojos igual que una estrella, tanto que tengo
que robarme un par de lentes para saciar mi adicción de brechar su silueta.
Terca como ninguna, pero me gusta.
Me gusta porque me enamoro de quien soy estando cerca de ella.
Me gusta, porque puedo mostrar ser lo mejor de mi en su presencia,
sin doble moral de demonio versus angel.
Y ella, pareciera cada vez más cómoda,
solo falta que se tire peos para confirmarlo y ya vendrán,
solo es cuestión de tiempo y ojala, ojala que sus peos no huelan peor que las mías.
No me gustan las competencias.
Consciente de su fortaleza mejora su debilidad, que barbaridad más simple.
Lo hace, y a propósito lo vuelve a hacer porque esto es su especialidad.
Maestra de seducción, doctora de placer, licenciada en persuasión y yo,
solo aprendí a besar con la prima de mi mejor amigo de infancia.
Me intimida no por lo que es, ni tampoco por lo que quiere, lo hace porque
sabe cómo hacer que me guste. Y siendo franco, me encanta,
pero nuestros orgullos no me deja decírselo aunque mis ojos me delatan.
Que sufrimiento...
He vuelto a enamorarme,
He vuelto a enamorarme,
¿Hasta cuando durará?