Yo solo me llevo lo positivo, que lo malo me resbale. Esta suele ser la postura de muchos jóvenes de mi generación, quiénes, en un intento de autenticidad de su ser hacen lo mejor que puedan.
Pero, ¿qué tanto conviene llevarse solo lo mejor de las cosas?
Sin temor a ser malinterpretado afirmo que quien solo se lleva lo mejor de las cosas está condenado a vivir una vida a medias con la escasez de todo un marco referencial emocional sólido, necesario para un estado de plenitud.
Es como si de repente, nos volviéramos cazadores de felicidad y que todo aquello que no responda a nuestro esquema, pierde automáticamente validez dentro del modus operandum diario, creando así una brecha de poco respeto. De hecho, entre el respeto versus la aceptación de una conducta yace la obligación de una convivencia frágil, hipócrita, y sin duda, fomentada por emociones dudosas y efímeras.
Me pregunto si al envejecer, tendré la dicha de experimentar estos momentos con mis pseudo amigos de hoy como lo hicieron nuestros abuelos. Nos hemos vuelto tan expertos en soltar lo que nos exige demasiado y lo que no nos gusta, que hemos perdido la noción de cómo fortalecernos mediante las interacciones difíciles. Sobre todo, como mantener a través del tiempo una sana convencía.
"Solo llevo lo que me hace sentir bien". El único problema de esto es que, a veces lo que nos hace sentir bien, no es lo que nos conviene.
¿Se imaginan comiendo comida chatarra todos los días?
¿Se imaginan quedarse a dormir todas los mañanas sin ninguna responsabilidad que aporte de manera monetaria?
Estos, son sólo ejemplos. Seguro que en su imaginación pueden recrear mucho mejor que yo la intención que plasmo. Pues, dejénlas volar y me cuenten que tal les fue.
De hecho, todo veneno es veneno si se toma en grandes dosis, pero puede resultar como anestésico si se logra administrar la cantidad exacta, diría Paul Watzlawick en su obra "el arte de amargar se la vida".
Por lo tanto, diría que lo fácil ya se hizo, lo difícil se está haciendo y lo imposible, bueno, tardará pero se hará. La pregunta del millón está en que tanto estamos dispuestos a invertir para lograr nuestras metas y asumir los compromisos que está establecerá sobre nosotros.
Esto me lleva a pensar que, joder!, tal vez no seamos tan productivo sacando todas las experiencias que contradicen nuestra comodidad y nuestra paz cotidiana. Podría ser que, esto que hoy que se tilda de "malo" es lo que de cierta manera sacará una mejor versión de nosotros, dejándonos la enseñanza del saber hacer que tanto anhelamos los jóvenes.
Andaa!, es que es tan cómodo seguir nuestras propias reglas, nuestros principios y que todo los demás se jodan, porque tenemos el derecho y tenemos un mundo por conquistar.
(Bueno, no que se jodan todos y todas sino que...)
Bueno si, que se jodan todos si no nos quieren aceptar como somos. Somos así y ya.
Ups perdón, se me salió desde a dentro. Confieso que, cada nueva frase al escribir esto, se vuelve más difícil que la anterior. Mucho más de lo que me había imaginado. De hecho, en estos trazos, dejo caer algunas capas de cebollas y, también, te invito a hacer lo mismo.
Es que pensándolo bien, dos veces bueno no significa doblemente bueno, regularmente termina siendo malo por exceso. Lo bueno no se hace excluyente de lo malo, la bondad no sería bondad sin la presencia de la maldad y tampoco el amor, no tendría razón de ser sin el odio y vice versa. La ley del ying y el yang my friend.
Así como el niño que tapa sus ojos bajo la exhortación de su padre cuando se asoma algo temeroso no borra la existencia del objetivo. La vida transcurrirá de manera plena independientemente del lente que usemos para observarla. De cada quien es la responsabilidad de sacar del cuento su versión más funcional.
Después de todo, como dijo L. Ribeiro: "la vida es un eco, si no te gusta lo que recibe, presta atención a lo que emite".